Cuando perdí mis privilegios

 

Soy un hombre blanco del primer mundo. Cada mañana me levanto en la casa que comparto con mi pareja. Si voy a la cocina encuentro la nevera y los armarios llenos de comida sana, ecológica y siempre en abundancia. Desde mi terraza me asomo al mundo exterior y mi sensación es amplia, se que el mundo está ahí para mi, solo tengo que salir a buscarlo. Puedo elegir cuando trabajar, escucharme y quedarme en casa si lo necesito. Voy al gimnasio varios días a la semana y practico Taichí, para mantener un buen equilibrio cuerpo-mente. Estudio un Grado en Psicología y Trabajo de Procesos, porque es lo que me apasiona, forma parte de mi mito de vida. Recibo terapia y supervisión para «quemar leña» y refinar mis habilidades como facilitador. En líneas generales me va bien y estoy donde quiero estar, soy un privilegiado.

 

Pero todo eso ya es historia. El día 16 de Marzo comenzó el confinamiento por Covid19 y con él, perdí mis privilegios. Toda mi identidad se tambalea. Aún así la resistencia es férrea, mi proceso primario se esfuerza cada mañana en mantener el guión que llevo siguiendo estos últimos años. Me  lanzo al ciberespacio para buscar clientes, orgulloso de mi capacidad de adaptación. Replico lo que ya se hacer en el mundo online. Sin embargo, noto que hay algo más que está emergiendo en la sombra. Un proceso secundario sin forma, el tipo de proceso que aún no tiene cuerpo, ni huele, ni suena a nada. Lo noto tras de mí en cada momento del día, y me da miedo, por eso trabajo más duro cada día en mantener mi identidad.

 

Hoy me hago varias preguntas. ¿Quién es la»sombra» que crece tras de mí? ¿Qué quiere? ¿Por qué me da tanto miedo? Cuando pienso en desplegarlo me da más miedo aún, me trae una nada absolutamente incómoda. Y empiezo a tomar conciencia de que quién llega ahora es «el misterio». Un proceso atravesado por la incertidumbre del contexto que me lleva hasta los límites de mi identidad primaria. Si me quedo un poco más allí, me siento entre dos abismos crecientes. A un lado un mundo en crisis a distintos niveles, y al otro lado el misterio profundo. Mi impulso es decidir a cual entregarme, pero mi sabio interno me dice que me quede allí, que saboree ese lugar entre los mundos. Mi aprendizaje está ambos, necesito tiempo para notar cual es mi lugar actual y en algún momento decidiré hacia donde ir. Estas tensiones me recuerdan que aún estoy vivo, y que aunque perdí muchos privilegios, todavía conservo algunos. Agradezco cada uno de ellos.

 

Raúl Ramírez

Estudiante y miembro del Instituto de Trabajo de Procesos