Por Sol Abejón Olivera *

Escribo este texto profundamente conectada con muchas partes mías: con el dolor, por el Genocidio en #Palestina, con la rabia, que me produce estar viviendo en Europa y notar cómo no estoy haciendo nada para pararlo, con la anestesia, que me inmoviliza para hacer algo y con el sentimiento de culpa, por no hacer nada mientras un pueblo es asesinado. 

Veo como este no hacer nada es el resultado de una anestesia/insensibilidad que me da el privilegio de poder  desconectarme de sentir lo que está pasando. Una insensibilidad que, a veces, es consciente y en la cual, me anestesio de manera consciente: no quiero conectar con el #Genocidio. No leo noticias. No quiero ver imágenes. Otras veces, es inconsciente, mi cuerpo de manera inconsciente se anestesia como reacción al impacto de la violencia del Genocidio y a una sensación de que esto es muy grande y no se puede parar. 

Sí, el Genocidio es algo muy grande, que ha pasado en otros momentos históricos, es un fantasma que despierta a otros fantasmas y a las heridas del trauma colectivo e histórico de otros Genocidios: el Holocausto, el Armenio, Ruanda-Burundi,  pueblos indígenas en Abya Yala y todas las tierras colonizadas, el Genocidio de la trata de esclavas y esclavos de África, la esclavitud…. Y el Genocidio que provoca, a otra escala, pero que también es Genocidio, el espacio Schengen y las diferentes leyes de Extranjería de Europa. Y está pasando, también en otras partes del mundo: República Democrática del Congo, Yemen, Etiopía, Myanmar, y todos los que me dejo, pido disculpas por no nombrarlos.

Esta anestesia que siento, también es antigua: las personas que vivían  al lado de los campos de exterminio del Holocausto, siguieron con su vida como si no pasara nada, al igual que otros segmentos de la población de todo el mundo. Las personas que colonizaban y asesinaban a “indio/as” en Abya Yala, no reaccionaban ante tal derrame de sangre, las personas que era mercaderes y participaban de la trata de esclavo/as, no sentían ningún remordimiento. Decidimos hacer como si nada, cuando personas están muriendo en el Mediterraneo.

Repito, todas estas partes nombradas están en mi; el privilegio y la anestesia, la culpa, la rabia, el dolor, el congelamiento, y el dolor de conectar con otros traumas históricos como el Genocidio de Abya Yala, el presente y las leyes de extranjería. 

Y, ahora mismo, estoy y quiero estar conectada con la parte que quiere romper esta anestesia y quiere hacer algo, quiere salir de la respuesta traumática del congelamiento, de la disociación, del huir, de la desconexión;  para conectar con  mi cuerpo, conectar con el canal mundo, conectar con las emociones de dolor y de rabia; conectar con la otra parte, con Palestina y la muerte, con el Genocidio.

El movimiento y la acción son maneras de transformar y evitar el trauma.

Las otras opciones, el congelamiento, la anestesia y la culpa, perpetuan el trauma  y perpetuan el Genodicio.

Quiero romper el silencio del trauma y decir: Basta! Tenemos que hablar de esto y hacer cosas.

Quiero Invitarnos a todas/is/os  a profundizar en la congelación y la disociación y encontrar lo que es útil en ese estado y luego usarlo para que actuemos conscientemente para Detener el Genocidio en Palestina. Y todos los Genocidios.


*estudiante a punto de finalizar la Diplomatura de Trabajo de Procesos y miembra del Instituto de Trabajo de Procesos.